Otra vez llegó un final de campeonato y una despedida para
entusiasmarse con lo que puede venir. La victoria ante el Luckau por 4 a 2 fue
contundente y el rendimiento, alentador. Habrá que ver cómo se mantiene el plantel
para el torneo que viene, pero hubo un par de incorporaciones clave que
explican la alevosa levantada. Primero el arquero. Hasta ahora, los que se pusieron
debajo de los tres palos tenían la cabeza puesta en que en el segundo tiempo
iban a jugar. Ahora, Damián sabe que vino a ocupar el arco los 80 minutos, lo
que le da tranquilidad al equipo. La otra clave fue el ingreso de Carro. Con él
en la mitad, Alejo jugó más liberado. Entonces, el barbudo parecido al Checho
Batista, llegó más al área, asistió y conviertió. Es cierto, parece que tiene
el triángulo trabado y nunca da un pase al costado para favorecer la
circulación. Pero bueno, de las 325
habilitaciones que da por partido, alguna va a parar a algún delantero que la
mete. Armados de esa forma, la sensación de firmeza fue superior. Por eso,
aunque no tuvimos un equipo preparado para tener la pelota, dio la sensación de
que la defensa no iba a pasar demasiados sobresaltos. Menos cuando Nacho le
puso de emboquillada una asistencia a Alejo para abrir el marcador. Las pocas situaciones
de zozobras sobre el arco de Damián pasaron por la izquierda. Poco afirmado,
Avillaneda sufrió un poco por su costado y obligó a Pato a realizar un par de
cruces heróicos. Por el otro lado, con Pina y Gori era difícil que los rivales
transitaran con comodidad.
En el segundo tiempo se mantuvo el orden. Guille, que siempre hizo un
trabajo importante molestando en la salida, tuvo su recompensa: aprovechó un
mal pase del arquero y remató con muchísima precisión para clavarla en el
ángulo. El karma de la pelota parada tuvo un nuevo capítulo en el último partido
del campeonato. Aunque esta vez ayudado por un doble error arbitral. A la, por
lo menos, discutible decisión de cobrar un indirecto porque Avillaneda la pidió
sin rivales alrededor, se le sumó un claro offside cuando uno de ellos se la
peinó al muchacho que definió. Pero a diferencia de otros partidos, el gol en
contra no generó nerviosismo en el equipo. Al contrario. Levantó el nivel
Juanma y apareció desde el banco Luis. Uno se hizo un festín por la izquierda y
el otro entró fresco para definir el encuentro. El tercer gol fue a lo Rambert:
calidad para levantarle la pelota al defensor que se barría y vaselina por
arriba del arquero. Golazo. El cuarto fue a lo Palermo: le pegó al bulto,
rebotó en dos defensores, pero entró. El penal hecho por Monti (no es la
primera vez que va a trabar con la cabeza) no modificó lo planes ni alteró el
ánimo. El descuento no empañó la alegría en la despedida, la cual, al igual que
a fines del año pasado, deja buenas expectativas para el torneo que viene.
Esperemos que esta vez se cumplan.
Damián Forlani (6):
ordenó la defensa, cortó muy bien un centro y en general sacó bien. El primer gol rival –en off side-, estuvo
cerca de taparlo, pero todavía le falta distancia. En la previa del penal intuyó bien la punta
pero se arrepintió a último momento.
Ariel Pina (6):
algo dubitativo en el primer tiempo, en el segundo estuvo firme, cerrando la
cancha cuando correspondía, marcando su punta en otras oportunidades, basándose
en su fuerte: el anticipo.
Patricio Monti (6):
Bien en el juego de arriba y sobrando.
Hizo un corte providencial a lo Mascherano sobre una banda que era
chance clara de gol. Quizás le queda
pendiente tener más voz de mando sobre la última línea.
Francisco Ingleson (6):
el jugador elegante de la defensa, le tocó jugar más retrasado. Bien en el plano defensivo, en varias se
animó a tocar y en una jugada llegó hasta el área rival.
Ezequiel Avillaneda (6):
cada vez más cerca de su estado físico ideal, va tomando ritmo de juego. Con más confianza en el pase, acertó y
erró. Pero estuvo firme en la marca y
más allá de cómo termine, hizo siempre lo que la jugada le pedía.
Juan Gori (6): De
a poco le va tomando el gusto a la posición de volante por la derecha. Algo desordenado en el primer tiempo, en el
segundo quitó mucho más, en sintonía con toda la mitad de la cancha. En ataque, siempre se mostró, pero entró poco
en juego porque el equipo se volcó más por la izquierda.
Fernando Carro (8): De
gran partido anterior, en este tenía la difícil tarea de hacerse cargo de la
mitad de la cancha. A pesar de su propia
desconfianza inicial, nunca dudó en tomar la responsabilidad dada por el
DT. Y esa seguridad se transmitió en el
juego: siempre bien ubicado, cortó muchísimo, tanto en la mitad como cerrando a
espaldas de defensores y volantes. De
arriba y de abajo, casi no cometió faltas.
Y si bien en el primer tiempo amagó con toser un pulmón, nunca se notó
su cansancio. Actitud, compromiso y buen
juego para la figura del partido.
Lamentablemente, parece que vuelve al turno noche en su trabajo, por lo
que a pesar de los esfuerzos del Auf Wiedersehen para contar con el en la
próxima temporada, el panorama no es alentador.
Juan Abud (8):
Ordenado y contenido en la primera parte.
Una furia en el segundo tiempo.
Marcó muchísimo, hizo jugar a Aleha y el Mono y tiró varias de sus
diagonales endiabladas. Si sus
compañeros hubiesen estado un poco más precisos, se hubiese hecho un festín.
Como bonus, su temperamento parece estar controlado en comparación a las
primeras fechas.
Alejo D’Aquila (7): con la espalda contenida por Fernando,
pudo hacer lo que más le gusta, que es participar del juego en ataque. Abrió el marcador con un gran gol, que
incluyó pared y desborde, más capitalización de una gran asistencia, cosa
difícil por el césped y la pelota mojada.
Por momentos, parecía empecinado en tirar asistencias, cuando tenía
compañeros cerca para jugar en corto.
Pero contó con alguna chance más de gol y siempre fue posibilidad de
pase. Una vez más se comprobó que si
bien juega en otras posiciones porque puede hacerlo y el equipo lo necesita, lo
suyo es el juego en ofensiva.
Ignacio D’Aquila (5):
arrancó muy bien el partido, con un par de paredes, y una gran asistencia que
incluyó pausa y empalada por encima de los centrales para que le quedara
mansita a su hermano para la definición.
Pero de ahí fue todo cuesta abajo: tuvo un mano a mano en el que se
apuró en definir por arriba cuando podría haber avanzado. Y otra jugada de riesgo en la que tardó en el
control del balón, le quedó un poco atrás e hizo lucir al arquero. En el segundo tiempo vio que el partido
estaba más para la explosión de Lasaga, por lo que el cambio en su rol de DT
fue su mejor decisión.
Guille Sánchez (7):
su mejor partido sin dudas de un torneo flojo.
Jugó tranquilo, para el equipo, aguantando, pivoteando y yendo arriba. Muy atento ante una fallida salida del rival,
definió espectacularmente para dar más tranquilidad al tanteador. Tuvo alguna chance más cuando entró Luis, que
eligió definir él en lugar de dar el pase al medio. Salió porque había dejado todo.
Luis Lasaga (7):
su entrada, si bien conceptualmente acertada, parecía tambalear al verlo
ingresar en la cancha: con las mangas cubriéndole las manos y con chuchos de
frío. Pero fue paciente cuando las
primeras bolas no salían y en la primera contra profunda, se la punteó al
central que pifió como Schiavi frente a Independiente, fue de frente al arco y
lo que podía confundirse por duda fue la calma antes de la genialidad:
cucharita por encima del arquero y a cobrar.
Con mayor confianza intentó bien y mal, no ayudó tanto en la defensa y
llegó al segundo gol luego de intentar un pase a Guille que fue interceptado y
de un par de carambolas.
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