Luego del receso invernal –una larga inactividad de mes y medio-, el Auf Wiedersehen se disponía a arrancar la pretemporada, que empezaba y terminaba con un partido.
Con pronósticos errados de lluvia, la mañana empezó muy fría, con cielo despejado y mucho viento. La cita estaba pautada para las 9.30. Dado que la puntualidad es una de las principales falencias del equipo, sorprendió que el primero en llegar fuera una de las incorporaciones, la Araña Negra, más conocido como Luegue, acompañado por la otra incorporación, Leandro, un viejo conocido del equipo. Con ellos, Guille y Pikín. Más tarde, Tito, Nacho y Aleha. Ahí fue cuando el panorama, a pesar del cielo despejado, empezó a lucir algo gris. Si bien, a priori, la cantidad de jugadores era la suficiente y más, las cuentas no daban. Conocido es que el Capitán se disgusta con esto, pero empezaron los llamados telefónicos. No vamos a ahondar en estas anécdotas, pero sí vamos a decir que si no fuese por la madre de uno de los jugadores, los siete presentes iban a ser los siete que entraran a la cancha.
Así, entre ausentes con aviso y lacras desertoras, el equipo se dirigió a la cancha. Sobre la hora, un auto, tres personas: Felipe, Juanma y el moscovita Gorishnikov. El primero, de jean, buzo y lentes, acusó una lesión que lo dejaría afuera. Así las cosas, nueve eran los jugadores que se disponían a entrar en el campo. Formación: la Araña Negra al arco, Cafú, Pikín, Aleha en el fondo, con Tito sumado de tres/diez; Juanma, Lean y Nacho al medio; Guille de nueve.
Demás está decir que el juego se desvirtúa cuando un equipo juega con menos jugadores. Pero se lo encaró como un ejercicio de orden y defensa, de posición y posesión, de juego corto y toque. A esos fines, el amistoso superó ampliamente las expectativas.
El partido empezó algo tibio por el frío –vaya paradoja-, con el equipo visitante intentando armar juego, y el local –asumo que por jugar en el club alemán, el Auf es local- achicando espacios de la mitad de la cancha para atrás. Pero no pasaron muchos minutos para que el Auf se diera cuenta que al recuperar la pelota el mejor negocio era jugar corto, retener la posesión, y atacar con fiereza cuando se dispusiera la situación. Así llegó varias veces, con dos tiros desde lejos del CC, con Tito y Juanma desbordando por las bandas, con Guille como daga por el centro. Lo novedoso y destacable fue la labor de Leandro como único cinco, recuperando cuando la tenía el rival, aguantándola solo cuando el equipo necesitaba recuperar el aire, distribuyendo cuando el juego se concentraba. Con pases precisos, animó por la derecha un gran espectáculo, con Gori y Juanma armando paredes como albañiles con merca, y habilitó la izquierda, sector que durante el campeonato parecía más clausurado que Cromañón, descubriendo así todas las capacidades de Tito, tanto para jugar en corto, como para ir hasta el fondo de la cancha en velocidad. En el ámbito defensivo era tan poca la actividad, bien controlada por los centrales, que ellos mismos se sumaban al juego de equipo, saliendo de abajo y tocando. ¿Jugó el Barcelona entonces? No, lejos de eso. Pero Olvidensen entendió enseguida que el juego era corto y a dos toques, y ahí fue cuando se logró el mayor nivel.
Todo estaba bien dado para el Auf, hasta que llegó la fatalidad: el visitante apeló por décima vez a su principal arma, el pelotazo frontal y la cancha le jugó una mala pasada a Beckenbauer, quien al querer despejar de primera (en declaraciones post partido, Aleha, exquisito y exigente como es dijo “me pasó por antifulbo”) resbaló –la cancha estaba en mal estado, blanda por la lluvias y en varios lugares con ¡bosta!- y le quedó servida al delantero quien definió ante la salida inútil del novel arquero. 0-1, barajar y dar de vuelta.
No sintió el golpe el Auf, siguió tocando y atacando. Así, una buena jugada por la derecha terminó con Juanma desbordando a velocidad y siendo derribado sobre el ángulo derecho del área. El Capitán se hizo cargo del tiro libre con precisión, Guille ganó entre todos los defensores y su cabezazo fue al lado del palo, voló el arquero, quien alcanzó a desviar el remate, pero la dejó ahí en el área chica y ahora sí, Juanma no perdonó. 1-1 y grito de desahogo, recompensa al esfuerzo de los nueve jugadores.
Se iba el primer tiempo, cuando la desgracia ocurrió de vuelta. Un desborde que parecía que se diluía del visitante -¿a esta altura se nota que no sé el nombre de los rivales?-, cuando ahora es Pikín el que cae, y el delantero se enfrenta nuevamente a la Araña, quien teniendo que defender el arco completo se jugó por un palo y la definición entró, mansita, al primero. Fin del primer tiempo, 1-2.
El segundo tiempo siguió el la tónica del primero. El Auf, con mucho esfuerzo casi hizo que no se sintieran los dos jugadores menos. Pero en este caso eligió intercalar pases cortos y largos, confiando en la velocidad de sus jugadores, con Leandro como primer administrador de la pelota, y Tito y Juanma como principales pulmones de ataque. Con menos llegadas que en el primer tiempo, el gol volvió a aparecer. Contra veloz del Olvidensen, la pelota profunda por el sector izquierdo para CC, quien de zurda y sin dominar escucha el grito de atrás y a ciegas la tira para el medio. Con el olfato intacto, Guille definió con calidad ante la salida del arquero. Partido empatado.
A esta altura, el Auf Wiedersehen se sentía realizado. Había jugado mucho, corrido mucho y logrado dos goles. Y por ese esfuerzo, se iba a llevar premio. Llegando al final del partido, salió otra contra veloz que derivó en el nueve bravo parado en la mitad de la cancha, quien en lugar de descargar se la jugó por la personal, de espaldas al arco rival, giró para su izquierda y avanzó varios metros hasta que, cual Crespo, esperó y tocó la pelota suavemente al jugador que entraba, sin mirarlo. De frente al arquero, Capitán Cula definió con una tranquilidad asombrosa para el grito de todo un equipo que luchó cuando había que hacerlo, pero que, sobre todo, respetó una línea de juego que invita a la ilusión.
Uno a uno, los jugadores.
Luegue “Araña Negra” Lasaga: cual arquero de equipo grande, le llegaron poco. Escasa responsabilidad en los goles, está habituándose a los movimientos propios del puesto. Atento, incitó al equipo a salir jugando siempre y mostró en los saques y despejes que con los pies juega de sobra.
Gorishnikov: se terminó creyendo lo de Cafú. Defendió con dientes apretados y casi nunca reventó una pelota. Siempre fue salida de juego, y por momentos la sociedad con Juanma fue casi perfecta. Animado por el grito del Capitán, terminó un jugadón que pedía pase al medio con un remate de zurda que hubiese coronado una gran actuación.
Pikín: desde el primer partido con el Auf, empezó un crecimiento constante. Con seguridad en la marca y conciencia para salir jugando, transmite seguridad y calma.
Aleha: apodado “minipimer”, fue multifunción en el torneo anterior, cerrando el mismo con un golazo el último partido. Nuevamente con el equipo necesitándolo, se calzó la camiseta de central y vaya si cumplió. Veloz en los cierres, preciso en los pases y pegando casi nada, tiene merecido el apodo de “Garbarino” (garantía de confianza).
Titox: con casi toda la banda izquierda del Auf para él solo, se las ingenió para defender siempre y nunca dejar de atacar. Es el jugador con más proyección, del que se esperan grandes cosas una vez que se asiente el equipo. En el primer tiempo, intentó cumplir su sueño de ser Kun Agüero por un día, pero su remate se fue lejos del arco.
Juanma: por estas horas está firmado en lo del escribano para concretar de hecho su sociedad con Gori. Se ve que las vacaciones le hicieron bien. Con el chip de “paso y voy” incorporado, jugó e hizo jugar a PelvisEndiablada y a Leandro. De él provino la falta del primer gol y él mismo lo hizo. Siempre fue salida y como si esto fuera poco, luego de hablarse con un rival, recibió una terrible patada de atrás, a la cual reaccionó con ira… por dentro. Ni un grito, ni un pedido de tarjeta, nada. Esperó paciente la roja que no tardó en llegar y se paró para seguir jugando. Impresionante.
Leandro (
Figura del Partido): desde el minuto uno justificó el dineral que el Auf Wiedersehen pagó por él. El equilibrio que faltaba en el medio, distribuyó juego como si fuera la Agencia de Lotería de la Nación, puso pierna fuerte cuando hizo falta y además gambeteó tanto que en un momento fueron de a tres a marcarlo. Ahí hizo la gran Houdini y se escabulló, con su gran amiga, la pelota. El salto de calidad que el equipo esperaba y necesitaba.
Capitán Cula: corrió más de lo que acostumbra, habló tanto como suele hacerlo. Obsesivo del orden, sus gritos dieron resultado pues el equipo nunca sucumbió a la desesperación de jugar con dos menos. Buen socio de Leandro en el traslado y el pase de la pelota. Cuando el partido se esfumaba, definió un mano a mano como si fuese un trámite.
Guille: si bien el primer dibujo lo daba como volante por derecha, el imán del centrodelantero lo llevaba para adelante. Asumida la línea de tres en el medio, bajó siempre a ayudar en la marca. Mejor cuando recibía y tocaba, siempre fue faro en ataque. Tuvo sus oportunidades y no perdonó adentro del área. Se perfila como el nueve titular para el primer partido.
Felipe: bien en el traslado de los dormidos, mejor en el apoyo moral desde afuera de la cancha, soportó el frío y hasta metió un pique cuando se le requirió un refrigerio para el portero (que el Capitán olvidó reembolsárselo)