El Auf Wiedersehen llegó al Monumental. Si bien no se trató del estadio de River, esta vez el equipo tuvo que jugar en la cancha de adelante del Club Alemán, que por las dimensiones parecía una chacra. Además, sin estructuras en las que se frenara el balón más allá de la línea de cal, cada vez que la pelota se iba de los límites del campo de juego, el partido se detenía por varios minutos hasta que alguien llegaba a agarrarla. De esta manera, el juego perdió mucho ritmo y los dirigidos por Capitán Cula aprovecharon la situación. Jugaron de igual a igual en el primer tiempo y en el segundo avasalló a su rival. Notablemente inferior al Ilmenau que los bailó la semana pasada, el Grunziel tenía como arma principal al 7, pero era muy endeble abajo y no tenía tanta presencia, por lo que el AW pudo manejar la pelota mucho más que en otros partidos. Ante el equipo que marcha último en la tabla, el Olvidensen mostró su jerarquía y se llevó la victoria con una goleada: 4-1.
Ezequiel Avillaneda: En dos partidos no sacó ninguna de las que fueron al arco. Metió el pase a Nacho en el primer gol, puso una habilitación a Luis en el primer tiempo y hasta hizo amonestar a un rival con un saque envenenado. Para compensar, en el segundo tiempo regaló varias pelotas a los rivales, dos de las cuales pudieron terminar trnquilamente en goles del contrario.
Juan Ignacio Gori: Demostró que no cumplió la pautas de recuperación de la uña y en cambio abusó del sexo, el tabaco, las drogas y el alcohol. Volvió después de dos partidos y se mostró más agotado que de costumbre. Lo compensó con actitud porque igual casi nunca lo pasaron.
Franciso Ingleson: Salvó un gol en la línea después de una cagada de Avillaneda. Pudo haberla sacado antes, pero quiso meterle suspenso a la jugada. Quitó bastante pero no anduvo tan derecho en las entregas.
Lucas Gómez Lacoste: Por determinación, el más importante de la defensa. Sacó mucho de cabeza y no tuvo vergüenza en mandar varias pelotas a cualquier parte y en rechazar levantándola 55 metros. La delicadeza la dejó para más adelante.
Nicolás Pangaro: Otra vez fue el vanguardista de la moda. Peló un sombrero con mucho estilo. En la cancha tuvo un par de salidas elegantes como el adorno que le cubría la cabeza junto a Ernesto y un par de apiladas en las que gambeteó varios rivales.
Santiago Saulle: Se entrometió en la corrida de Luis y mandó un centro, que después de rebotar en el travesaño, en el defensor, en el palo y en el arquero se metió adentro. Tras el partido dijo que eso fue lo que quiso hacer. Un jugador de billar.
Alejandro D'Aquila Urtubey: Más sólo que Pinochet en el día del amigo, se las arregló para sacar varias pelotas y relevar varias veces sobre las bandas. Se comenta que le habría dado un pase a un compañero.
Ernesto Rodríguez: Se sacó la rodillera y se lo vio más suelto. Lo más criterioso tácticamente. Ayudó en la marca a Pángaro, trató de asistir en la ofensiva y se dio el gusto de darle un topetazo a un rival, por lo que vio la amarilla.
Ignacio D'Aquila Urtubey: A lo Cani con Diego, pidió que Avillaneda se apurara a dársela. Después de que fallara el defensor, recibió la pelota. Tras ello, metió un pique de los que, a los 18 años, le significaban una medalla de oro cuando participaba en los bonaerenses. Y definió de punta para vencer al arquero. En el segundo tiempo demostró que en realidad ya cumplió los 24.
Luis Lasaga: El renacer de Luegue. Devastado moralmente después de tirar dos remates literalmente a la mierda, se reivindicó en el segundo tiempo. Un par de pases que fueron al compañero, varias corridas picantes y una definición extraña pero precisa, ya que le dio de bastante lejos. Y no lo amonestaron.
César Dib: No estuvo bien asistido. Tuvo que jugar bastante lejos del arco y en las situaciones en las que pisó el área, no se la dieron. Salió cansado y lesionado.
Martín Zangirolami: Firme en la marca y bien en la salida en un par de veces que la pidió. Tuvo que correr más yendo a buscar la pelota afuera, que lo que lo hicieron transpirar los rivales, quienes al momento en el que entró Peto estaban fusilados.
Guillermo Sánchez: Aguantó un par de pelotas. Aprovechó el cansancio de los rivales y por eso los superó a pesar del alcohol que tenía en sangre. Antes de que termine el partido, marcó su primer gol con la camiseta azul. Al parecer, a la noche también mojó...
Juan Manuel Abud: Motivador nato, defenestró a Felipe Torres, que después la rompió. Ayer dejó sólo a Aleha en el medio. Y el próximo partido vaya uno a saber de qué jugará.
Fabián Alva: Metió unos anteojos negros que no hablaban español. Parecía un buscador de talentos garca. Obviamente que se fue con las manos vacías porque en la cancha sólo había ta-lentos (malísimo el chiste).
El primo de Gori: Metió un par de consejos futbolísticos y sirvió unos mates lavados y tibios, que por suerte no afectó a ningún jugador.
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