El Auf tiene capacidades extremas, que van desde hacer
un partido tibio contra el último de la tabla como en la fecha anterior, hasta
hacer un emocionante match con el equipo que pelea la punta jugando desde el
minuto cero con diez jugadores.
El último partido había dejado un saldo mayormente
negativo. Jugar mal ante un equipo que
no regaló nada, falta de actitud, pérdida del segundo puesto de la tabla y un
saldo de tres lesionados. Y la
perspectiva para este nuevo encuentro no era mejor: el Pola con fiebre y el más
longevo de los D’Aquila para llegar a un total de diez players, para enfrentar
al único equipo que logró vencer al puntero.
La charla técnica fue clara. Había dos opciones, entrar a sufrir el partido
y recibir una goleada; o ser solidarios, esforzados y lograr jugar y luchar el
partido hasta las últimas consecuencias.
Se acordó hacer esto último y vaya si se logró: ante un equipo que movía
mucha la pelota, el Auf se mantuvo ordenado, marcó siempre con mucha garra y no
desestimó atacar cuando podía hacerlo.
Más aún, recibió un mazazo cerca del final del primer tiempo, con un
tiro libre a raíz de una falta innecesaria del Pola que debería haber sido
dominado por Ale y terminó en la red.
Pero esto no lo derribó y la actitud en el segundo tiempo fue la misma y
sería rápidamente recompensada. En menos
de cinco minutos, el Auf logró dar vuelta el resultado: primero una jugada en
la mitad de la cancha que se enredó y Nacho con lucidez pudo sacarle provecho,
poniendo un pase por arriba de los centrales que hizo correr a Diego hasta el
área y definir. Luego, una presión alta
por el mismo Nacho que generó el error rival y con suspenso logró convertir en
el dos a uno.
El partido estaba lejos de terminar pero el buen juego
del Auf estaba siendo recompensado. El
rival no llegaba, producto del orden y la presión desde el interior hacia los
costados. Pero el exceso de pasión jugó
una mala pasada cuando Alejo reclamó de más (y sin razón) y de un tiro libre
indirecto –otra pelota parada- y algunos rebotes el partido volvió a tablas.
Difícil transmitir en estas palabras el partido que
jugó el Auf. El esfuerzo de todos –Agus
jugando de tres como principal ejemplo-, el pelotazo de Salvador que se
estrelló en el travesaño, Alejo jugando en las dos áreas, Gonchi y Nico dando
garantías… El Auf fue un equipo que de dar un salto de calidad y madurar, podrá
sostener este nivel en el tiempo. Y ahí
será un equipo de temer.
Alejandro Encisa (4):
Después de varios partidos como figura, un rendimiento flojo. Responsable en el primer gol, el equipo
siente su falta de comunicación.
Alejandro Bueno (6,5):
Sólido. Sólo lo desbordaron una
vez. Y si se tiene en cuenta que jugó
enfermo, pálido y con fiebre, el puntaje se queda corto.
Nicolás Armagno (6,5):
Despliegue y orden. Cortes a los
costados y sobre todo bien sacando de arriba.
Gonzalo Eito (6,5):
Si Nico es el que cierra más a los costados, él es el que achica la cancha para
adelante. Es la rebeldía del
equipo. Y salvó un gol increíble que
debería haber sido más gol en contra que el que se hizo el partido anterior.
Agustín Espíndola (7,5):
Jugó de tres, a pierna cambiada y el volante que estaba delante de él era
Salvador. Así que hizo toda la banda
incansablemente. No lo superaron nunca y
siempre fue opción cuando el equipo pasó al ataque.
Diego Llorente (7,5):
pasó del fondo a la mitad, pero todavía le cuesta asumir compromiso en la
marca, se desordena y no sigue a su rival asignado. Pero obliga yendo para adelante con su buen
estado físico y consiguió su primer gol en el Auf.
Alejandro D'Aquila (5,5): Es una constante su despliegue, su presencia en ambas
áreas. Tuvo el 3 a 1 en sus pies, pero la
pelota le quedó cerca del pie y no pudo definir con clase por arriba del
arquero. También tuvo algunos
cabezazos. Pero se pasó de boca y de su
exceso verbal llegó el empate rival.
Diego Sueyras (5):
Todavía parece no entrar en ritmo. Esta
vez estuvo ordenado, pero se le reclama más participación en una posición
crucial, tanto en defensa como en el manejo de la pelota.
Salvador D'Aquila (7): Si consideramos que le lleva al menos veinticinco años al
jugador más viejo de la cancha y cuarenta al más jóven, jugó un partidazo. Y casi lo corona con un golazo.
Ignacio
D'Aquila (8): en lo que parece ser su mejor
campeonato, asistió en el primer gol, convirtió el segundo y marcó hasta anular
al diez rival.